jueves, 30 de junio de 2011

EL RESPETO

Por Cristina Ibañez

El respeto es una de las actitudes primordiales en nuestras vidas, es lo que sustenta la ética y moral en cualquier campo y en cualquier lugar, pues exige la comprensión entre unos y otros.


Pero hay algo más que complementa el respeto y que hace la vida más llevadera: el entendimiento, la comprensión y una gran porción de amor, es decir que ponerse en los zapatos del otro o de la otra implica tratar de comprender su posición.


Por ejemplo, en una situación violenta, no basta solamente con no responder la agresión o ignorar al agresor, sino que la actitud que deberíamos tomar implica escucharlo con atención y sin el ánimo de cuestionar sus ideas, incluso aceptar la posibilidad de replantear nuestras ideas, eso sería lo ideal de hacer.


Pero las palabras como respeto y tolerancia, hoy en día en algunas familias, resulta extraña, tanto en las comunidades como en las ciudades, muy pocas veces se muestra comprensión en nuestro diario vivir. Casi siempre generamos violencia entre nosotros y nosotras, cualquier cosa es motivo de discusión, no queremos ni que nos rocen o empujen en la calle, nos enojamos cuando alguien nos choca en el minibús porque este partió bruscamente, tampoco se respeta a los ancianos ni a los niños y niñas. Este tema debería ser una de las principales preocupaciones en los colegios.


¿Qué ejemplo les podemos dar a nuestros niños y niñas? si ellos ven como sus madres y padres se insultan en algunos casos, o cuando ven a los políticos golpearse en una discusión cuando no la pueden resolver con el diálogo, además también al ver que en el colegio sus profesores no los respetan porque son menores y creerse ellos dueños de la verdad.


Debemos fortalecer el respeto, aprender a escuchar al otro. Tomemos la decisión de aprender. Nadie es más ni menos que nadie, sólo somos diferentes. Hay que aceptar a los demás con defectos y cualidades, sin juzgarlos, y también deberíamos enseñar a nuestros hijos e hijas a ser respetuosos en cualquier situación, pero con el ejemplo.

miércoles, 22 de junio de 2011

UNA PRÁCTICA TERGIVERSADA

Por Nelia Catari

Las tradiciones de nuestros pueblos que aún mantenemos, es una forma de no perder la identidad de nuestra cultura boliviana. En el altiplano se festeja el año nuevo aymara, el 21 de junio. Este año se recibirá el año 5519. Desde el año pasado se llama año nuevo aymara amazónico, para que los pueblos de ese lado de nuestro país no se sientan discriminados.

Desde que el presidente de Bolivia, Evo Morales, realizó la ceremonia de la toma de mando, esta población es más visitada por extranjeros, pero este rito del año nuevo aymara fue creado en los años 70 con el fin de atraer a los turistas y así generar un movimiento económico más fuerte. Pero no sabemos para quien es ese ingreso de dinero, porque si bien en esta fecha hay más turistas en el lugar, el dinero que recaudan sus autoridades parece que no fuera invertido en el desarrollo de la misma comunidad, pues no hay un mejoramiento de vida para la población, en tantos años que pasaron desde que Tiwanaku es centro de este festejo.

Antes la cultura aymara estaba organizada de otra forma; tenía su propia escritura, valores y principios, y tenía hasta su propia arquitectura, pero ahora el significado de todo ello se ha tergiversado.

Nuestro mismo presidente, al realizar ese rito, ha faltado el respeto a nuestros ancestros, porque solo se presentó en Tiwanaku, para aparentar un origen aymara, del cual no dudamos. Pero después del acto ni siquiera tuvo un poco de respeto por la yatiri que celebró el rito, siendo ésta de la tercera edad, se fue en su helicóptero, como quien cumple con el acto de presencia. Estas celebraciones ya no se las practica como antes, con fe y respeto; ahora se ha vuelto un comercio más, los yatiris cobran por cualquier acto que lleven a cabo.

Está bien que haya un ingreso económico para nuestro país, el turismo es muy importante, pero la Wajta, que es lo que le ofrendamos a la Pachamama, antes no se hacía en cualquier momento, solo en fechas especiales, como en agosto cuando la tierra tiene más hambre, pero actualmente se ha convertido también en un negocio.

Debemos mantener nuestras tradiciones, pero con mucho respeto, no solo por decirnos aymaras, sino porque realmente tenemos fe en la madre tierra y creemos en todo lo que se refiere a nuestra cultura.

lunes, 20 de junio de 2011

21 DE JUNIO, AÑO NUEVO AYMARA

Por Martha Huallpa Cusi

El 21 de junio es el inicio del nuevo ciclo de la producción agrícola del pueblo aymara. En esta fecha se comienza a preparar la tierra para la siembra y coincide con el solsticio de invierno que es el día en que la tierra está más lejos del sol en el hemisferio sur. Según los sacerdotes andinos, en este día han encontrado el punto clave para el reordenamiento de la tierra y es por eso que realizan una serie de ritos.

Desde hace varios años muchos jóvenes, turistas y muchas otras personas, salen de viaje la noche del 20 de junio rumbo a Tiwanaku para recibir los primeros rayos de sol que pasan a través de la famosa Puerta del Sol, la tradición dice que así se recibe la energía de este Dios Andino.

Este año las cosas no cambiaran, seguramente muchas personas asistirán a Tiwanaku para participar de la ceremonia que se realiza al amanecer. Pero el sentido que tenía esta celebración se ha ido distorsionando. Ahora los viajes son organizados en las universidades, por grupos de estudiantes, pero con el objetivo principal de viajar y divertirse, y la diversión incluye el consumo de bebidas alcohólicas. Seguramente algunos de estos jóvenes piden dinero a sus padres con cualquier pretexto, incluso llegan a mentirles.

Algunos estudiantes visitarán el museo que hay en ese lugar, pero a la mayoría solo le interesa el trago y la diversión.

Lastimosamente los comunarios también son parte de esto, porque es la única fecha en que tanta gente visita este pueblo y por eso ellos buscan tener algún ingreso económico extra. Por supuesto, lo que se vende más son estas bebidas embriagantes.

En medio de las fogatas que se organizan en la plaza principal, se van acumulando las botellas de vidrio y plásticas; al día siguiente todo es un desastre, porque además están los escombros de lo que quemaron la noche anterior y todos los desperdicios que echaron los visitantes.

Yo soy una mujer aymara y me molesta que los jóvenes no sepan valorar sus raíces y también que utilicen una fecha tan importante para nuestra cultura, como un pretexto para emborracharse.

Si bien en las universidades o colegios organizan estos viajes, muchas veces con el consentimiento del docente o profesor, también debería enseñarse el significado que tiene el 21 de junio para los pueblos andinos, como una forma de recuperar nuestra cultura y para aprender a respetar el Año nuevo aymara.

jueves, 16 de junio de 2011

SOBERANÍA ALIMENTARIA

Por: Antonia Cuno

En nuestro país se habla mucho de soberanía. Por ejemplo, el artículo 1 de la Constitución Política del Estado nos dice: “Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado, con autonomías...”. Y cada 23 de marzo se menciona que Bolivia debe tener una salida al mar con soberanía.

Pero ¿qué entendemos por soberanía? Esta palabra significa tener autoridad, poder, facultad de tomar decisiones, también de resolver problemas con mucha capacidad.

Un nuevo proyecto de ley presentado por el Presidente del Estado Plurinacional don Evo
Morales, los primeros días de junio, titulado “Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria”, provoca que nos preguntemos ¿Cuánta gente agricultora y productora del área rural en Bolivia tiene conocimiento sobre esta propuesta?

Las y los habitantes originarios de todas las regiones ¿estarán informados de qué ventajas y desventajas traerá esta propuesta?, sobre todo porque dice que se garantiza la soberanía alimentaria con calidad para el vivir bien, respetando a la madre tierra.

Pero al mismo tiempo dan luz verde para la comercialización de productos transgénicos y al su uso en Bolivia. Ahí surge otra gran pregunta¿Cuánta gente en Bolivia estará de acuerdo con esa imposición de aprobarse el proyecto?

Por un lado, estamos seguras de que los más beneficiados son y serán los grandes empresarios de diferentes productos del país. Sabemos que un transgénico es el resultado de la composición de dos o más genes diferentes, que pueden ser animales o vegetales, que permiten la producción en cantidad elevadas, mediante la alteración de las cualidades de los productos.

Quienes producen en grandes cantidades tendrán la potestad de decidir qué alimentos se consumirán en Bolivia, lo que representará un perjuicio para los medianos y pequeños productores, que tenemos pequeñas parcelas, cuya producción apenas alcanza para sobrevivir.

Por otro lado, con el proyecto de Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria están atentando contra de la madre tierra. Los transgénicos afectan a la naturaleza y a las semillas nativas y originarias. Recuerdo que mi mamá me decía que “a causa de tantos químicos que algunas personas ponen a la tierra, ya no hay buena producción, los cultivos de papas, trigo, cebada, choclo, arveja y otros, están inundados de plagas, comiéndose las plantas, las hojas verdes, impidiendo el crecimiento y la formación de las nuevas plantas”. Estas son algunas de las consecuencias de los transgénicos.

La gente que consumía o que consume alimentos naturales vive más años, eso está comprobado.

No contraen enfermedades fácilmente, porque su salud es buena y fuerte. En varios países europeos consumen los productos bolivianos que son orgánicos, porque gran parte de nuestra tierra todavía es fértil y puede producir sin necesidad de alterar los genes de las plantas.

Pero para los alimentos transgénicos utilizan infinidad de químicos, por eso esos productos son más grandes y con buena cara; muchas veces preferimos estos productos sin preguntarnos ¿hasta qué punto son nutritivos para nuestro cuerpo? ¿O qué consecuencias podríamos sufrir al consumir estos alimentos? Además no sabemos qué tipo de genes mezclan y en qué condiciones son manipulados. Más allá de implantar los transgénicos como un medio de lucha contra el hambre en el mundo, los problemas alimentarios siguen y suman en muchos países, uno de ellos es Bolivia.

En los últimos años todos los alimentos escasean y suben de costo, esto porque las y los productores se han visto afectados por muchos factores de la naturaleza, como el cambio climático, causado por la misma humanidad, en especial por los grandes empresarios agropecuarios que talan los árboles para tener más tierra donde sembrar sus productos transgénicos. Esa también es la causas de la migración del campo a la ciudad o al exterior, porque ya no hay buena producción, que es la única manera de subsistir de algunas personas.

Un gran ejemplo del impacto de los transgénicos lo tenemos bien cerca, en nuestro vecino país Argentina, donde en los últimos diez años, unas 160 mil familias tuvieron que dejar sus tierras, porque no podían competir con las grandes empresas agropecuarias, según informaron los medios.

En la segunda semana de junio, escuchamos en un medio de comunicación a uno de los dirigentes de la CSUTSB que decía que “su organización no está de acuerdo con la propuesta de Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria”, pues dará paso libre a los productos transgénicos.

Es muy riesgoso permitir que una ley le de paso libre a los transgénicos en Bolivia, pues se estaría poniendo en peligro la multiplicidad nativa de los productos y la seguridad alimentaria, como consecuencia de la contaminación de la madre tierra, que afectaría no sólo la biodiversidad sino el conocimiento ancestral.

Sería bueno revalorizar la producción natural, y promover y apoyar la producción orgánica, proporcionando semillas, construyendo represas de agua, que sean buenas y aceptables para las futuras generaciones y que éstas puedan gozar de una buena alimentación y salud.

miércoles, 15 de junio de 2011

LOS NIÑOS DE LA CALLE, LOS MÁS VULNERABLES

Por Cristina Ibañez

Los niños y niñas de la calle son aquellos que hacen distintas actividades en diferentes lugares, muchas veces sin recibir ningún pago. Muchos de ellos son explotados por sus patrones, por eso prefieren ser limosneros y no volver a casa.

Algunos viven en las calles, fuera de casa y sin protección de sus parientes, por eso pueden ser víctimas de abusos, explotación y hasta asesinatos.

Muchos niños y niñas terminan en la calle por distintas razones: no tienen padres, han sido abandonados a su suerte o han sido explotados físicamente y laboralmente en sus hogares. Por eso eligieron vivir en las calles.

En otros casos, los padres no pueden cubrir sus necesidades básicas porque no tienen un empleo fijo para sostener la familia. Por otro lado, la separación de la familia o los problemas de los padres y madres, la pobreza extrema, el hambre, los abusos físicos o sicológicos, hasta sexuales, pueden ser otras razones.

También pueden afectar a esos niños y niñas las enfermedades en la familia, la pobreza de la casa, la falta de comida, la carencia de educación o los problemas en los servicios básicos, agua o electricidad. O, simplemente, los conflictos con sus padres, por malos tratos o el alcoholismo.

çSi bien hay necesidad de que los padres y madres de familia asuman su responsabilidad en la seguridad de sus hijos e hijas, las autoridades tienen la obligación de velar por esas menores, como establece la Constitución Política del Estado. Las autoridades son los representantes del

Estado y el Estado es el que tiene que velar por la infancia, la adolescencia y la juventud. Así manda el Código Niño, Niña y Adolescentes.

En el caso de las ciudades y municipios, la Alcaldía Municipal debería contar con una oficina específica para la atención de esos problemas de la sociedad. Y también el Gobierno central, que debería ejecutar políticas destinadas a solucionar los problemas de pobreza, que es el origen de esta situación.

martes, 14 de junio de 2011

EL ALCOHOL UNA MALA INVERSIÓN

Por Adela Gómez

El objetivo del aumento salarial es mejorar las condiciones de vida de las y los trabajadores, aunque ese incremento sea ridículo en comparación con el alza de precios. En el caso del sector público el aumento salarial dispuesto por el gobierno fue del 10% y se elevó en un punto más con la huelga de la Central Obrera Bolivia, pero sólo favorecerá a salud, educación, militares y policías. Con porcentajes mucho más altos y diferenciados se han favorecido las y los trabajadores de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos. En el sector privado el incremento está condicionado a la buena voluntad de los empresarios.

Hay personas desempleadas que ofrecen su trabajo a bajo costo, esto por la necesidad de empleo; sólo el trabajo de algunos sectores es reconocido y bien pagado por las empresas, otros, en cambio, son menospreciados y las y los trabajadores ganan un salario ínfimo.

Mucha gente vive al día con lo que puede recaudar en sus pequeños negocios ambulantes; para esta gente no hay ningún tipo de aumento y deben trabajar mucho más si quieren sostener a sus familias. La mayoría de la población boliviana, al menos el 70 por ciento, vive del comercio informal y siente mucho más la subida de precios de los productos de la canasta familiar que es bastante alta.

En este escenario que es muy desfavorable para la población hay un aspecto que muy perjudicial.

Me refiero al malgasto de los reducidos ingresos en las bebidas alcohólicas cuyo precio también subió. Algunas mujeres lo hacen, pero en su mayoría son hombres quienes toman; son muy pocas las reuniones de hombres, de cualquier clase social, donde no haya trago. Para gastar en alcohol cualquier pretexto es bueno, ya sea fiestas patronales, eventos deportivos, cualquier cosa. Lo importante es pasar un buen momento con unas copas encima; poco o nada les importa su familia. Para alimentar a sus hijos e hijas siempre dicen que ganan poco; sin embargo, cuando se trata de beber consiguen dinero de donde sea, si es que no lo tienen en ese instante. Eso afecta económicamente a las familias, porque el dinero ya no alcanza para la alimentación. Por esta razón, las familias se ven obligadas a privarse de muchas cosas y a no satisfacer las necesidades básicas de los niños y niñas.

La mayoría de los hombres no piensan en que sus salarios tienen que sustentar a sus familias; algunos son menos irresponsables que otros, pero todos aprovechan el momento que se presenta para farrear. Así, la responsabilidad de alimentar a los hijos e hijas recae sobre las mujeres, que igual tienen que hacer alcanzar el dinero al menos para las cosas esenciales. Las mujeres que trabajan por un salario, por lo general no disponen de ese dinero para sus propios gustos.

¿Será que este problema tiene solución? ¿Cómo se puede cambiar la mala costumbre de nuestra sociedad? ¿Cómo se puede lograr que esos hombres irresponsables tengan conciencia y que pongan en primer lugar a sus hijos e hijas?

Los bolivianos y bolivianas necesitamos tomar conciencia frente a la situación económica que estamos atravesando. Deberíamos cambiar para mejor, tomando en serio nuestras responsabilidades. Si bien es bueno disfrutar de los momentos de fiesta y distracción, también hay que aprender a priorizar, en el caso de los padres, por ejemplo, la educación de los hijos e hijas. Nuestra sociedad está habituada a exagerar en el consumo de bebidas alcohólicas, sin pensar en el daño que causan a la salud, a la economía y al mismo entorno familiar. Tratemos de dar el ejemplo a las futuras generaciones y además tratemos de convertir la visión de nuestra cultura mostrada al mundo entero, como una cultura sana.

viernes, 10 de junio de 2011

POR ÚLTIMA VEZ…….

Flavia Choqueticlla

El Gobierno de Evo Morales decidió en los últimas días aprobar la legalización de vehículos indocumentados ¿Será una medida correcta si antes el mismo gobierno impidió el ingreso de automotores a medio uso?

Todavía no se entienden las razones de esa medida, aunque se cree que se trata de una acción política: el gobierno ha sufrido una caída de popularidad tras los conflictos con la Central Obrera Boliviana en el mes de abril.

Sin embargo, también se denunció que el interés es de tipo económico. Muchos legisladores tienen vínculos con la importación de vehículos a medio uso, al menos eso dicen.

Otro factor es, según aceptó el mismo gobierno, es la necesidad de recaudar más ingresos para solucionar algunos déficits económicos del país. Legalizar un vehículo significa más o menos un ingreso de dos mil dólares por unidad para los motorizados más baratos y entre los “chutos”, como se denomina a los carros de contrabando, hay también vehículos de lujo que cuestan arriba de los 30 mil dólares.

Según una investigación del diario La Razón de La Paz, en 16 meses ingresaron al país 154.000 vehículos, todos con trámites legales. Con el ingreso de vehículos indocumentados, seguramente la cifra de vehículos que ingresan al país es mucho mayor.

El mismo periódico dice que en los últimos días la compra venta de autos chutos se ha disparado a niveles elevados. Sólo en Challapata, Oruro, se venden cada día casi mil carros.

Cualquier explicación que pueda dar el gobierno ahora, no nos hace olvidar que hace unos seis meses, decenas de contrabandistas se movilizaron exigiendo la legalización de unos 15.000 chutos, mientras el gobierno lo impedía mediante un decreto que puso límites a la antigüedad de los carros.

Parece que la presión funcionó y ahora se justifica de todas las maneras posibles la legalización del contrabando y no sólo se legalizarán a esos 15.000 vehículos, sino a todos los que estén en el país y a los que seguramente siguen ingresando.

Más allá de esto que ya es grave, el problema es que las calles se llenan, aumenta el consumo de combustibles y aumenta la contaminación, porque los vehículos a medio son altamente contaminantes. Eso quiere decir, en palabras sencillas, que las ciudades de Bolivia se llenaran más de humo y chatarra.

Con la nueva medida de amnistía para la importación de carros indocumentados el gobierno ha demostrado que no es consecuente con su discurso de soberanía, de defensa de la madre tierra y de su palabra empeñada.

lunes, 6 de junio de 2011

ALUMINIOS

Por Nelia Catari

La utilización de los utensilios de la cocina es constante, sobre todo ollas, platos, vasos y otros, que, en su mayoría son de aluminio. Toda la gente usa algún utensilio de aluminio, pero en especial quienes no tienen los recursos suficientes para adquirir objetos hechos de teflón. En los pueblos se han reemplazado las ollas y platos de arcilla, o las cucharas de madera por aluminio.

Hacemos esta reflexión porque los utensilios de aluminio son de muy mala calidad y peligroso para la salud, debido a los residuos de plomo que contienen; esto ha sido comprobado por muchos investigadores científicos.

Una de esas investigaciones científicas ha determinado que el uso continuo de aluminio causa muchos problemas, por ejemplo gastrointestinal y cerebral, además de envejecimiento prematuro, daños en el hígado, riñones, pulmones, cáncer de vejiga y anemia; también se han detectado problemas en el sistema nervioso, mentales y muchos otros. Y es con estos utensilios tóxicos que cocinan nuestros alimentos.

En otros países, el uso y venta del aluminio en utensilios de cocina está prohibido, pero a nuestro país ingresa cualquier tipo de productos extranjeros, aquellos que otros países desechan y que aquí aceptamos. No se investiga que está ingresando a nuestro país o de qué están hechos los productos; en los controles aduaneros no se prohíbe nada.

Debemos tomar conciencia y dejar de usar este material, sobre todo las ollas de aluminio, para cuidar nuestra salud y la de niñas y niños que necesitan ser alimentados sanamente.
Es mejor retomar y valorar los productos de antes. En el tiempo de nuestros abuelos y abuelas no existían las ollas de aluminio, se cocinaban en ollas de barro, a veces hechas por ellos mismos, hasta la conservadora de agua era de barro.

Los utensilios diseñados específicamente para la cocina, con materiales de acero inoxidable de tipo quirúrgico, pueden ser utilizados sin problema; pero los encargados de la salubridad en nuestro país deberían proporcionar mayor información al respecto, para que evitemos las con secuencias de nuestro desconocimiento.

miércoles, 1 de junio de 2011

BOLSAS PLÁSTICAS

Por: Flavia Choqueticlla

Recuerdo que cuando era niña mi familia y yo íbamos al mercado con canastas y bolsas de saquillo, ésas de harina o azúcar. Al pasar el tiempo, y con la modernidad, la gente empezó a usar bolsas plásticas, estas bolsas que nos entregan las vendedoras cada vez que compramos alimentos, bebidas o frutas, y en mayor cantidad son repartidas en los supermercados, tiendas o librerías.

Las bolsas plásticas están fabricadas principalmente de químicos que se desprenden del petróleo o el gas, por lo que debemos ser conscientes acerca de la contaminación que producimos al usarlas.

El uso de esas bolsas ocasiona daños irreversibles al planeta, y también a los seres naturales. Y en nuestras ciudades y pueblos, esos plásticos bloquean las alcantarillas en épocas de lluvias. Trancadas las alcantarillas, el agua se estanca o rebalsa en las calles, con el riesgo de afectar nuestra salud y nuestra seguridad.

Según datos de Natural Geographic, la agencia de protección ambiental de Estados Unidos, aproximadamente quinientos billones de estas bolsas son usadas en el mundo y de ese total, menos del 1% son recicladas. ¿Imaginan ustedes la cantidad de bolsas?

No imaginamos esa cantidad, pero podemos decir que de cien bolsas, sólo una se recicla, y el resto se va a las alcantarillas o a los espacios vacíos, en el campo, en las orillas de las carreteras o en los ríos.

Como esos plásticos están derramados en el campo, muchos animalitos los confunden con alimentos, y al comerlos pueden morir o contaminar la carne. Y en el caso de las personas, también podemos sufrir daños en la salud por comer la carne o por aspirar sin darnos cuenta tantos químicos que se desprenden de esas bolsas.

¿Qué podemos hacer para evitar ese gran problema? En casa hay que volver a usar bolsas de tela o de papel, que en caso de ser inutilizados se descomponen en menor tiempo, a diferencia de los plásticos, que tardan años y años.

Entonces, cuando vayamos al mercado, no olvidemos de llevar nuestras bolsas de saquillo, que podemos coserlas de la tela de los sacos de azúcar, harina o arroz. En el mercado, debemos rechazar las bolsas de nylon y si es que nos dan, hay que volverlas a usar, para disminuir la contaminación.

Y nuestros hijos e hijas, parientes, amigos o amigas también tienen que saber del problema. Hay que enseñarles cada vez que podamos. Así que… a volver a los viejos tiempos.