lunes, 14 de septiembre de 2015

QUE LAS MUERTES NO SEAN EN VANO

Por María Pacosillo

El Presidente, Militares, Policías y otras autoridades, demuestran claramente que no tienen voluntad para encontrar justicia para las mujeres que sufren violencia. Se ha convertido en parte de la cotidianidad ver en 
 las noticias a mujeres que han sido agredidas o mujeres que terminaron muertas a manos de sus parejas.

Claro que hay otro tipo de asesinatos, causados por gente desconocida, pero es alarmante saber el porcentaje de muertes de esposas, novias o concubinas, esto de acuerdo a la ley se tipifica como feminicidio y su castigo es treinta años de cárcel sin derecho a indulto.

Los abusos también ocurren en el área rural, en nuestras comunidades también hay violencia, a pesar de que han promulgado una ley que supuestamente protege a las mujeres, ley que no sirve para que los hombres entiendan que no pueden tratarnos como una posesión, como si fuéramos de su propiedad.
En el noviazgo, algunos hombres actúan frente a la mujer que quieren conquistar, se muestran buenas personas, tranquilos, ofrecen el cielo y las estrellas para someter a la mujer que quieren a su lado. Pero cuando nosotras no caemos en ello, o nos damos cuenta y no nos sometemos, descubrimos a la persona real que existe detrás de la máscara.

Son muchas situaciones como esta, que terminan en tragedias. La muerte de tantas mujeres día con día nos lo demuestra. Y lo peor, es que el mínimo de todos los casos de feminicidio, hallan respuesta. La mayoría, cientos de asesinos, quedan impunes, libres, después de haber terminado con la vida de una mujer y con la vida de su familia; porque no solo se le da fin a una vida, si no que con la muerte de ella, comienza el dolor, la angustia y el deseo de justicia de todo su entorno.

Es muy reprochable que jueces, fiscales, abogados y abogadas no se pongan como objetivo el terminar con la muerte de las mujeres, castigando a sus asesinos como dice la ley. Esa no es prioridad, si fuera así, como dice la policía e incluso el presidente, que se jacta de que ahora si existe una ley de protección para las mujeres y que se destinaron recursos para el auxilio de tantas que piden ayuda; los culpables estarían en la cárcel, no habría familias llorando por justicia, no existirían niños o niñas huérfanas.

Todos y todas debemos reclamar que se cumpla la ley, que no sean solo palabras, debemos exigir justicia porque mañana puede ser tu hermana, tu mamá, tu hija, tu amiga, cualquiera de nosotras o puedes ser tú. 


miércoles, 2 de septiembre de 2015

LA ADULTA Y EL ADULTO MAYOR



María  Pacosillo

Algunas personas son insensibles con los hombres y mujeres de la tercera edad, nos olvidamos que gracias a ellos y ellas estamos ahora en el mundo. Olvidamos lo que ellos y ellas, seres valiosos, dieron en el pasado. Muchos de nuestros abuelos y abuelas, solo son recordados en fechas como el día del adulto mayor, pero el resto del tiempo se encuentran solos y solas, en algún asilo, con un nombre disimulado como Casa de Reposo.

En las comunidades es distinto, las y los abuelos no festejan fechas para recordar su existencia, en la mayoría de las comunidades los y las jóvenes sienten respeto hacia las personas mayores y se lo demuestran todo el tiempo, porque ellos y ellas son personas sabias. Aunque también hay casos en que hijos o hijas, a quienes sus padres y madres se los ha dado todo, les arrebatan sus tierras sin pena, dejándoles desprotegidos. Otros y otras, que salieron de sus comunidades y trabajaron toda su vida en las ciudades, retornan donde nacieron sin nada y terminan su vida en soledad.

Ellos y ellas guardan y atesoran experiencias que esperan transmitirnos, pero a veces ni les escuchamos, les relegamos, actuamos como si no existieran. Hay familias que incluso les abandonan en el acilo, sin importarles el maltrato que puedan sufrir en esos lugares, porque hay médicos, enfermeras y otras personas que les “cuidan” entre comillas, pero que son totalmente insensibles.

También en la calle, en el transporte público y en la mayoría de los espacios, la gente discrimina a las personas de la tercera edad, una lo nota cuando el minibusero no quiere recoger como pasajero a un anciano o anciana, porque según ellos pierden tiempo. Porque no pensamos que todos y todas llegaremos a una edad en la que nos cueste más hacer cada uno de nuestros movimientos? Que un día, cada paso que demos, con el tiempo se volverá  más pesado?

Al mirar a nuestros abuelos y abuelas, tenemos que mirarnos a nosotros  y a nosotras mismas en el futuro y pensar en que trato quisiéramos que nos den, así tal vez nuestra actitud sería distinta y mejor.