lunes, 21 de diciembre de 2015

LOS TRATANTES A LA LUZ DEL DÍA


Por Gaby Mamani
Hace tres semanas atrás fui a visitar a mi hermano que se encuentra  trabajando en Villazón, perteneciente al departamento de Potosí. Allí, en la frontera con Argentina, existen grandes necesidades, no hay trabajo, las tierras áridas, solo hay cactus en los cerros rojos. Me dio tristeza por la gente del lugar y por los animalitos que no tienen forraje que comer.
En cuanto al trabajo, en este pueblo fronterizo, la mayoría de la gente  se dedica al comercio, al trabajo de bagalleros, es decir que trabajan como cargadores, trasportando cosas desde la Argentina hacia nuestro país. Miles de sacos de harina, arroz, aceite, soya, leche de soya, leche en polvo, pañales, verduras, de todo, se mete a nuestro país, sean productos ilegales o con autorización, mientras que desde aquí, no se puede exportar casi nada sin el control estricto.
Allá también ya se siente el fin de año, porque hay bastante gente migrante de Norte Potosí y de otros departamentos cercanos a la frontera, que se desempeñan como “bagalleros” o cargadores. Hombres y mujeres trabajan cargando bultos enormes, aunque hay una pelea constante entre los mismos compañeros y compañeras que trabajan en ese rubro, porque los “sindicalizados” pueden cruzar sobre el puente, sin embargo la gente que emigra temporalmente tiene que buscarse vías alternas para cruzar, porque quienes se han organizado en sindicato no les permiten pasar sobre el puente; hasta en eso existe competencia. La gente sindicalizada dice que hacen el control para garantizar lo que está entrando al país, como si solo por cargar ellos cualquier producto, se garantizaría su legalidad.
Mayormente la gente del lugar se dedica al comercio y al trabajo informal,  también hay gente que ofrece trabajo de confección, cuando te ven como migrante y recién llegado o llegada del campo, hacen ofertas increíbles para que una acepte trabajar como confeccionista.  Gritan “quien quiere irse a Buenos Aires –Argentina! pasaje pagado” otra frase que escuche mucho decir a diferentes personas fue: “ella o él es mía, con su hijita más”. Cuando me di cuenta, me asusté bastante, porque hablaban de mí, que estaba más preocupada de cuidar a mi hijito y mis pertenencias.
Es sorprendente como tratan de convencer para el trabajo de confección, sin conocerte, sin saber si estas interesada o no, sin saber  si te gusta confeccionar o si sabes hacerlo. No importa las razones por las que llegaste ahí, ven que eres una mujer aymara o de pollera y piensan que quieres trabajar, sobre todo están atentos de quienes son tímidas o están solas y las persiguen para convencerles, ofrecen dinero, pasajes, casa, todas las maravillas que la mayoría de las veces no son reales y saben hacer cruzar la frontera aunque no tengan documentos, tienen todo para atraparte y están listos con su taxi que cruza hacia la Argentina.
Fue la primera vez que visito una frontera y veo que está muy descuidada, abandonada y las autoridades no hacen nada contra el abuso que sufren allí las personas que tienen la necesidad de migrar.





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